jueves, 4 de julio de 2013

Como locos (Like Crazy), by Drake Doremus



Dicen que la distancia es el olvido
pero yo no concibo esa razón
porque yo seguiré siendo el cautivo
de los caprichos de tu corazón.

Supiste esclarecer mis pensamientos
me diste la verdad que yo soñé,
ahuyentaste de mi los sufrimientos
en la primera noche que te amé.


Hoy mi playa se viste de amargura
porque tu barca tiene que partir
a cruzar otros mares de locura
cuida que no naufrague en tu vivir.


Cuando la luz del sol se esté apagando
y te sientas cansada de vagar
piensa que yo por ti estaré esperando
hasta que tú decidas regresar.


Qué clase de gilipollas pudo decir que la distancia es el olvido. Hay que estar bastante pallá para soltar algo así. Es más, yo diría incluso que la distancia es una llama maravillosa que alimenta el amor.
Los amores más grandes, más duraderos, más eternos siempre transcurren en la distancia. La distancia es el contrapunto a la monotonía y a la rutina. La distancia es al amor lo que la convivencia al aburrimiento y en ocasiones hasta al odio.

Sólo dos personas que se quieren en la distancia pueden decirse cosas tan maravillosas como las que se dicen en esta canción de Los Panchos, y echarse tanto de menos. Tanto como pueden llegar a echarse de más cuando están juntas.

En fin, de estas cosas va esta historia, y no de lo que la mayoría de la gente ha creído ver en ella. Me explico: casi todas las sinopsis y críticas hablan de que la peli va de las dificultades de sobrellevar un amor a distancia, pero a poco que te fijes te das cuenta de que va  de todo lo contrario: estos dos se adoran cuando están lejos y no se soportan cuando se juntan. Exceptuando el momento del enamoramiento y los primeros meses de éxtasis y enajenación amorosa, el resto del tiempo lo único que los mantiene unidos es precisamente el océano que los separa.

Doremus Drake lo ha visto claro pero creo que su mensaje ha llegado totalmente confundido. Igual también ha despistado al personal al plantear al protagonista la difícil elección entre el encanto casi infantil de Felicity Jones y la belleza espléndida de Jennifer Lawrence. Una representa la distancia y la otra la presencia, pero si yo fuera un tío y tuviera que decidir entre las dos tal vez me volvería un poco esquizofrénico. No es de extrañar que los espectadores también se le hayan despistado.

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