Hace un par de meses que he dejado de ver la televisión pública nacional. El desmantelamiento del equipo de informativos que tantas glorias ha dado en los últimos tiempos a RTVE tanto en premios internacionales como en niveles de audiencia me tiene francamente escandalizada, sobre todo cuando los dirigentes populares han empezado a traerse a "su gente" de Telemadrid y otros canales bazofia por el estilo para sustituir a los profesionales destituidos.
Ni que decir tiene que también han dejado de emitir series con un nivel de calidad y de audiencia más que aceptables, como "Cuéntame" o "Amar en tiempos revueltos" para traernos brillantes en bruto como la reposición de aquella maravilla del esperpento que fue "Ana y los siete" o para contratar a Bertín Osborne como nuevo presentador estrella de la casa. Hasta los famosos documentales de la 2 los están aprovechando para meter a saco su infame propaganda neofascista.
No hablemos de las películas que programan, prácticamente el 90% Western, y sobre todo, no hablemos de las que han dejado de programar. Desde que llegaron parecen haberse propuesto que el poco público que aún tenía el cine español termine aborreciéndolo, al elegir para emitir en sus canales las películas más burdas, tostones, impresentables y bochornosas de nuestro cine. Ya sabemos de sus obsesiones, los de la ceja y todo eso. Se trata de conseguir que nadie, ni borracho, quiera ver nunca más una película española en todos los días de su vida.
Y alguno dirá: y a qué viene este rollo? Qué tiene que ver esto con la película de Amelio? Pues bien, tiene que ver que ayer, por primera vez en mucho tiempo, me decidí a ver un filme en la 2. Vi el título, me gustó lo que leí sobre ella (en fin, lo del choque de culturas y todo eso), me encantó que el protagonista fuera mi adorado Castellitto... en fin, que me extrañó un montón que esta gentuza se hubiera decidido por fin a echar una buena peli y, toda flipada por el acontecimiento, me puse a verla.
No tardé mucho en darme cuenta de por qué la habían elegido para emitirla; esta gente no da puntada sin hilo, y la carga ideológica la tienen que meter por huevos en todo lo que hacen. En toda mi vida de cinéfila jamás he visto una China más fea, con más miseria, con la gente más desdentada y los niños más mugrientos, todo gris, ni un rayito de sol por ninguna parte, ni una gota de vegetación... nada, es como un paisaje desértico de pesadilla lleno de pobres y de ratas, y de gente hacinada, y de fábricas deshumanizadas que afean aún más si cabe el horrible y nebuloso paisaje; es prácticamente el infierno en la Tierra.
Y claro, ya se explica todo. Cómo hacer un alegato anticomunista eficaz sin que se note demasiado. Pues echando pelis en las que haya un mensaje subliminal evidente: esta gente vive en la más absoluta miseria, y os recuerdo que son comunistas. Mañana os pongo un Western en el que se vea cómo con un par de pistolas y un sheriff con dos cojones se acaba rápido con la gentuza y se puede vivir en un mundo próspero y feliz, donde hay un montón de gente guapa y con dientes, como en los USA.
Cuál es el problema? Pues que mucha gente hoy en día viaja. Y sí, todos sabemos que China no es como nos la quisieron pintar cuando las Olimpiadas de Pekín, pero ni mucho menos es este saco de inmundicia ética y estética que nos pinta Amelio (no confundir con el mono Amedio), no sé con qué intención, la verdad.
Hasta Castellito sale feo y sin pizca de su fuerte atractivo personal en esta película. Es que es todo tan tétrico, tan dantesco, tan irreal... Tan asquerosamente descarado.
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