miércoles, 15 de agosto de 2012

Mi vida como un perro, by Lasse Hallström


He visto muchas películas sobre la infancia pero nunca una sobre la infancia en Suecia. La verdad es que no parece tan malo ser niño en Suecia. Lo que he aprendido con esta película es que los niños suecos se lo pasan bomba, mucho más que los niños españoles.

Bien es verdad que la mayoría de pelis españolas con niño transcurren en la guerra civil o en la posguerra y en esas circunstancias sólo hay niños penosos, mocosos, sucios, hambrientos, asilvestrados y muy muy desgraciados. Nada que ver con los niños de esta peli, que están perfectamente vestidos y acicalados. Y mira que me gustan a mí poco los niños de película pero reconozco que Anton Glanzelius, el chiquillo protagonista, no da el repelús habitual.

El protagonista de "Mi vida como un perro" es un niño que pierde a su madre y a su perra al mismo tiempo (adivinad qué pérdida jode más), y sin embargo hay muchas risas en esta historia. Y personajes divertidos, gente excéntrica, locos subidos a tejados, abuelos que se excitan leyendo anuncios de fajas, niños que boxean y se bañan en barriles llenos de agua...

Una historia que podría haber sido un dramón como una casa que haría derramar ríos de llanto, Hallström, a través de esos personajes casi de cuento infantil, la convierte en un simpático canto a la alegría de vivir. El tío tiene arte y oficio. No me extraña que los americanos lo abdujeran rápido.

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