Confieso que me puse a ver esta película con un único objetivo muy poco cinematográfico: babear con Hugo Silva. Ya me imaginaba que sería una aberración más de la comedia española pero me daba igual porque mi intención no era ver una buena peli, sino que como ya he dicho perseguía fines más lúbricos.
Y mira tú por dónde, me divertí con la peli. Cuidaíto, que nadie se llame a engaño!! No he dicho que sea una buena película ni que cuente algo mínimamente original ni nada de eso; digo únicamente que me divertí.
Es una de esas historias mil veces vistas sobre parejas que no tienen nada que ver el uno con la otra, pero que aun así se pasan la vida en un contínuo nicontigonisinti y aburriendo hasta a las piedras con sus idas y venidas y sus rupturas y reconciliaciones. Son algo así como... Belén Esteban y su eterno marido-exmarido.
Y hablando de Belen Esteban, de paso le pega un simpático repasito a la telebasura a través de la historia paralela de la hermana: cantante frustrada, asidua a bolos de discotecas. cocainómana... vamos, una "gran hermana" de manual. De hecho, esta trama secundaria es mucho más divertida que la principal.
Sin ser nada del otro mundo me parece un poco más presentable que la mayoría de comedias españolas que he visto en los dos últimos años. El director, Vicente Villanueva es novel en esto del largo pero un veterano en el mundo del corto, en el que tiene bastante buena fama. Con este debut yo diría que de momento no llega, pero promete, y eso ya es algo.
Babeé con Hugo Silva mucho menos de lo que esperaba. Su habitual look macarrilla, que normalmente me pone, aquí es llevado a unos extremos que rozan lo esperpéntico. Lo de las dos tristes rastillas colgando, sinceramente, sobraba a la par que repelía.
Eso sí, el tema bomberos compensa. Sí, ya sé que es un topicazo y que es tratarnos a las tías de subnormales y tal, pero... a mí es que me ponen los bomberos, qué quieres que te diga. Conste que sólo para verlos y cuanto más lejos mejor, porque según esta película cada vez que abren la boca es para echarse a llorar. Nunca me pude imaginar que los bomberos pudieran ser tan sumamente gilipollas, sinceramente.
Por cierto, qué imagen más cutre del cuerpo (profesionalmente hablando, se entiende)! Debe de ser el único gremio en este país que no protesta cuando ponen su imagen a la altura de una alpargata. Se ve que tendrán cosas más interesantes de las que ocuparse.
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