Qué creéis que podría pasar si mezcláis trocitos de “El guardaespaldas” y “Notting Hill” con cualquier película de Guy Ritchie o de Tarantino? Ya, os ha dado un pasmo, no? Pues poco más o menos eso me dio a mí cuando vi esta “cosa” que no sabría muy bien cómo calificar.
El engendro va de una famosa actriz a la que persiguen los paparazzis, al más puro estilo Julia Roberts, pero con el agravante de que la tía vive en un coqueto palacete en pleno centro de Londres rodeado de edificios más altos llenos de azoteas desde las que los díscolos fotógrafos la acosan sin piedad. Y qué hace la muchacha? Tal vez mudarse a un lugar más apartado donde no tengan tan fácil acceso los chicos de la prensa? Noooooo, para qué? Ella tiene una idea mucho mejor.
Para protegerse de los paparazzis no se le ocurre otra cosa que contratar como guardaespaldas a un choricete exconvicto al que no conoce de nada pero que un día se pasa por su casa y pide el curro. La experiencia del tipo como guardaespaldas es poco más o menos la misma experiencia que yo tengo como fakir pero eso a ella no le importa. La prueba eliminatoria es una pregunta: “Te gusta la violencia?” Y una respuesta: “Digamos que doy antes de que me den”. Ea, contratado.
A todo esto el exconvicto curra durante el día como matón de la estrella y por la noche hace trabajitos para un mafioso con secretas inclinaciones homosexuales y con el gatillo más ligero que John Wayne, pero que curiosamente a él le coge cariño y afición.
Pero lo más guay de todo es el curro de guardaespaldas, una pasada. A que vosotros pensábais que ese trabajo consiste en planificar un sistema de seguridad eficaz para proteger la integridad física de la persona que te contrata? Como hacía Kevin Costner con Whitney Houston más o menos. no? Pues no, para nada. Este “guardaespaldas” es una especie de señorita de compañía que dedica todo su tiempo a charlar con la jefa, cenar con ella, psicoanalizarla, prepararle cafecito, pintarle las puertas y cuidar sus plantas. Cómo lo veis? Algo así como una mezcla de jardinero, ama de llaves, jefe de mantenimiento, psicólogo y gigoló.
Y no hace falta ser una lumbrera para saber cómo termina la historia. Colin Farrell, que hace de esta especie de superhombre para todo, sufre una crisis por agotamiento, denuncia a sus dos jefes por incumplimiento de convenio en materia de prevención de riesgos laborales, recibe una inspección de Hacienda porque no ha hecho la declaración a pesar de cobrar de dos pagadores y termina aprobando unas oposiciones de funcionario de prisiones y apuntándose de delegado sindical en la U.G.T. Ya os lo imaginábais, no?
El engendro va de una famosa actriz a la que persiguen los paparazzis, al más puro estilo Julia Roberts, pero con el agravante de que la tía vive en un coqueto palacete en pleno centro de Londres rodeado de edificios más altos llenos de azoteas desde las que los díscolos fotógrafos la acosan sin piedad. Y qué hace la muchacha? Tal vez mudarse a un lugar más apartado donde no tengan tan fácil acceso los chicos de la prensa? Noooooo, para qué? Ella tiene una idea mucho mejor.
Para protegerse de los paparazzis no se le ocurre otra cosa que contratar como guardaespaldas a un choricete exconvicto al que no conoce de nada pero que un día se pasa por su casa y pide el curro. La experiencia del tipo como guardaespaldas es poco más o menos la misma experiencia que yo tengo como fakir pero eso a ella no le importa. La prueba eliminatoria es una pregunta: “Te gusta la violencia?” Y una respuesta: “Digamos que doy antes de que me den”. Ea, contratado.
A todo esto el exconvicto curra durante el día como matón de la estrella y por la noche hace trabajitos para un mafioso con secretas inclinaciones homosexuales y con el gatillo más ligero que John Wayne, pero que curiosamente a él le coge cariño y afición.
Pero lo más guay de todo es el curro de guardaespaldas, una pasada. A que vosotros pensábais que ese trabajo consiste en planificar un sistema de seguridad eficaz para proteger la integridad física de la persona que te contrata? Como hacía Kevin Costner con Whitney Houston más o menos. no? Pues no, para nada. Este “guardaespaldas” es una especie de señorita de compañía que dedica todo su tiempo a charlar con la jefa, cenar con ella, psicoanalizarla, prepararle cafecito, pintarle las puertas y cuidar sus plantas. Cómo lo veis? Algo así como una mezcla de jardinero, ama de llaves, jefe de mantenimiento, psicólogo y gigoló.
Y no hace falta ser una lumbrera para saber cómo termina la historia. Colin Farrell, que hace de esta especie de superhombre para todo, sufre una crisis por agotamiento, denuncia a sus dos jefes por incumplimiento de convenio en materia de prevención de riesgos laborales, recibe una inspección de Hacienda porque no ha hecho la declaración a pesar de cobrar de dos pagadores y termina aprobando unas oposiciones de funcionario de prisiones y apuntándose de delegado sindical en la U.G.T. Ya os lo imaginábais, no?
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