lunes, 27 de agosto de 2012

La gata sobre el tejado de zinc, by Richard Brooks

Tennessee Williams es dramaturgo y por tanto lo suyo es puro teatro. Y el teatro puede o no funcionar en cine, dependiendo mucho de la adaptación y, sobre todo, de la labor de los actores.

Siento disentir, una vez más, de todo el mundo, pero para mí “La gata sobre el tejado de zinc” es un verdadero homenaje a la hiperactuación cinematográfica. De ella sólo se salva un actor, Paul Newman, curiosamente el que interpreta al personaje supuestamente más desquiciado.

Elizabeth Taylor, sí, está preciosa, fantástica, divina, espectacular, pero… claramente sobreactuada. Sus idas y venidas emocionales, su bipolaridad manifiesta y su exaltación constante son muy de personaje de Tennessee Williams, a quien le encantaba la exageración, sobre todo en sus personajes femeninos, a juzgar por su historial (recordemos a la histérica Blanche de “Un tranvía llamado deseo”)

Del resto qué se puede decir? La embarazadísima cuñada con su patulea de niños cuellicortos insoportablemente ruidosos, otro paradigma de personaje caricaturesco y ridículo. Su constante pelotilleo a los suegros, su descaro y su exagerada estupidez huelen a falacia. Por no hablar del personaje de la suegra, sus aspavientos, sus melodramáticas intervenciones… uffff, puro teatro!!!! Demasiado teatro para ser cine!!!!

Mención aparte merece Paul, mi Paul, el gran, bello e inconmensurable Paul. Su personaje, Brick, es el único en la obra que está alejado e incluso asqueado de la codicia y la mezquindad que caracterizan a los demás, incluída su repulsiva esposa, Maggie la gata. En justa proporción, su interpretación es la única que aporta sobriedad (paradójicamente, puesto que se pasa toda la cinta bebiendo whisky como un cosaco), contención y sencillez. Está tan comedido en su papel de alcohólico compulsivo que hasta cuesta creerlo. Ni un tambaleo ni un balbuceo ni una mijilla de opacidad en la mirada… Desde luego es un alivio entre tanto histrionismo, pero en mi opinión se queda pelín corto.

Otra cosa muy chocante son los cambios súbitos e inesperados en los conflictos emocionales: del amor al odio, del odio más atroz al perdón, del asco al deseo… En este sentido la escena final entre Brick y Maggie es… cómo lo diría? Simplemente un disparate. Puro teatro.

4 comentarios:

  1. Pensaba que eras mujer, pero veo que especial. Evidentemente no todas las mujeres son mujeres ni todos lo hombres son hombres, o mejor dicho, no todas las mujeres responden a su género y viceversa, faltaría más. Sería un horror evidentemente. Pero sigo pensando que del mundo introspectivo de William ésta es una de las mejores películas. Cine dentro del teatro. Eso sí, con las servidumbres insalvables del segundo. Besos.

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  2. Mujer yooooooooooo?

    Pero de dónde has sacado tú esa gilipollez??? Es que no me ves el mostacho?

    Pa que lo sepas, que yo meo de pie de toda la vida de dios.

    Y cuando me siento es porque estoy cansá.

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  3. No suelo decir gilipolleces y no tienes mostacho. Y no creo que lo hagas de pie, salvo en aseos públicos obviamente. Eres irónica y graciosa. Por cierto yo lo hago sentado en casita. Es que soy cuidadoso. Una pregunta, ¿cómo es posible que te de tanto tiempo para ver tantas películas?

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  4. Dos horas al día te parecen a ti mucho tiempo?
    Pues para mí es la hora mágica, en la que me pierdo del mundo y me sumerjo en otras vidas que mayormente no tienen nada que ver con la mía.

    Pos anda que si supieras que también leo un rato todos los días, fliparías! Jajajaja, soy una superwoman!!!!!

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