viernes, 10 de agosto de 2012

La piel suave, by François Truffaut

Bueno, de verdad que no me puedo creer que alguien se pueda tomar medianamente en serio esta película. Yo creo que ni los Monty Python hubieran hecho una parodia mejor de lo que es el típico encoñe de toda la vida de dios.

Truffaut y la nouvelle vague es lo que tienen, que lo mismo te descuajaringan la mandíbula de aburrimiento que de un ataque de risa. Yo particularmente viendo esta peli reconozco sin rubor que me he descojonao toda. Y para los que critican mi subjetividad diré que no sólo me he partido el culo yo sino también la compaña. Vamos, que hemos echado unas saludables risas en pareja muy bien echadas.

Para empezar está la elección del protagonista; pa haberlo matao. Si no sabéis quién es podéis buscarle por el Google y lo comprobaréis. Jean Desailly tiene cara de todo menos de voraz e insaciable amante. De marido aburrido sí; de burócrata soporífero, también; de señor con el colesterol por las nubes, sin duda; de empleado del registro de la propiedad, podría ser. Pero... de amante????? Quién coño estaría tan desesperada en el mundo para echarse a ese señor de amante??? Cagada total.

Es una pena porque para contar las secuencias que más risa dan tendria que destripar toda la película, y mi legendaria maldad no llega a esos extremos. Sólo me referiré por encima a ellas y quien haya visto el  truffo-truño me entenderá perfectamente, y quien no, pues que lo vea, de verdad que merece la pena.

1. La conferencia del escritor en un cine de pueblo: humor negro 100%. El organizador friki, el ágape de las autoridades del lugar, la novia sola en el hotel, el friki que quiere una copa, la novia que le manda a por medias... Puro Chaplin.

2. La escena de la escopeta.  Y de ésta sí que no puedo contar nada, pero es la hostia de divertida. Hay una peli por ahí de Brian de Palma que se llama "Vestida para matar" y que fijo que se inspiró para el título en "La piel suave".  Esa gabardina divina de morirse, esa pedazo de escopeta, qué estilazo, qué glamour... Qué coño, que donde se ponga una buena escopeta de cañón largo asomando por los bajos de la gabardina que se quite la típica pistolita de mierda en el bolsito.

Y luego, aparte de la cuestión humorística, también tiene un puntito de intriga importante. Por ejemplo, te tiras toda la peli preguntándote en función de qué cosa el protagonista se pone y se quita las gafas de ver. Hay veces que aparece conduciendo con las gafas puestas y otras en las que va el tío a pelo, ahí, a lo que caiga, en plan suicida, sin que en ningún momento se sepa el criterio según el cual se las pone y se las quita.

El tema de las gafas es verdaderamente enigmático. En casa hemos debatido largo y tendido sobre las distintas posibilidades: Coquetería? No, porque el tío las lleva y no las lleva indistintamente con la señora, con la amante y con quien encarte. Lentillas? Imposible, durante la misma secuencia a veces va con gafas y otras sin ellas. Un vacile del director? Pos va a ser lo más probable.

Francamente, me extraña que en ninguna crítica que he leído nadie comente nada de esto.

A menudo los críticos se pierden en disquisiciones inútiles y tontorronas y olvidan los detalles importantes que más preocupan al espectador de a pie. Pero bueno, afortunadamente para llenar esos huecos de la crítica oficial aquí estoy yo, siempre a vuestra disposición.

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