viernes, 12 de octubre de 2012

Infierno blanco (The Grey), by Joe Carnahan

Ésta es la típica película ideal para hacer apuestas con los amigos. Resulta que un avión choca en medio de una montaña y quedan 7 supervivientes. La montaña toda nevadita, están como a 40 bajo cero y encima rodeados de una inmensa manada de lobos hambrientos que aúllan constantemente y ya adelanto que a uno se lo comen por sacarse la pirula para mear.  Evidentemente la apuesta sería: cuántos llegan al final y quiénes son. Advierto que en mi casa perdimos todos los apostantes.

También es ésta la típica película para ver en el sofá con una manta calentita en las piernas, disfrutando del dulce hogar mientras contemplas a los desgraciados éstos pasarlas putas con un frío que pela y piensas aquella frase orteguiana (Ortega Cano, no Ortega y Gasset) de: "Estamos tan agustiiiiiiito".

Es además una de esas películas en las que se flipa mogollón viendo las conversaciones tan gilipollescas que tiene la gente cuando lleva un montón de papeletas para palmarla prontamente. Las charlas de los tipos éstos llegan a ser tan delirantemente memas que una hasta reza para que los lobos se den prisa y se los coman rápido, antes de que puedan soltar más chorradas.

Por último decir que no me explico cómo es posible que Liam Neeson últimamente se preste a hacer estos repugnantes truños. Ya van un par de pelis suyas recientes que me tienen alucinada por la carga de estolidez que soportan, y muy especialmente en los diálogos que corresponden al actor. Sólo cabe una explicación: a Liam lo lían.

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