martes, 30 de octubre de 2012

Moneyball: Rompiendo las reglas, by Bennett Miller

Para empezar diré que el béisbol me gusta casi tanto como abrirme las venas o darme cabezazos contra la pared. Es una premisa importante, porque alguno dirá :"Y qué coño haces tragándote una peli sobre béisbol?" Buena pregunta, joven.

Pues básicamente quise verla porque todas las críticas que leí coincidían en que no era una peli sobre béisbol propiamente dicho sino sobre estrategias vitales y gestión grupal. Vamos, una peli sobre una especie de Pep Guardiola a la beisbolense. Y allá fui yo con todo mi entusiasmo, a aprender de la gente que sabe dirigir y crear espíritu de equipo.

Bueno, pues no; todo mentira. Si no te gusta el béísbol y pasas como de la mierda de los entresijos del deporte y sus fichajes, esto es un callo malayo y te vas a aburrir como un hongo.

Os cuento la paranoia. Un manager guapérrimo diseñador de equipos (Brad Pitt, of course) conoce un buen día a un friki gordito amante de las estadísticas y la numerología (Jonah Hill), y de repente se le va la olla y se enamora por completo de sus teorías matemáticas, así que se dedica a fichar a mataos a los que nadie quiere, porque según el gordito, aplicando la operación A+B-X:YxC:(3x175:89)+Pi-5'67:28 y el logaritmo neperiano 999999999.5 (18.13865589054 – In x) se puede ganar la temporada con un margen de error del 3%. Tírate de la moto, Bennett Miller!

Y luego están los diálogos interesantísimos que te cagas: "Te cambio a Shapiro por Peña si me das a Gómez pero Stevens tiene el hombro mal y no batea, necesito un zurdo, me quedo con Lewis si me traspasas a Roberts y a cambio te doy a Ramírez, Wilson y Hopkins". Vete a la mierda, chaval!

Se salva única y exclusivamente el gran Philip Seymour Hoffman, que interpreta al entrenador del equipo, que como es natural se tira toda la película más mosqueado que una chiva en un baile con los traspasos, compras, ventas y maniobras logarítmicas de las dos lumbreras toreras. Al final ganan o pierden? Ah, pues si queréis saberlo os chupáis el bodriazo enterito como hice yo. No pretenderéis que os lo cuente, listillos.

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