martes, 16 de octubre de 2012

Las llaves de casa, by Gianni Amelio

Conmovedora historia, básicamente por dos razones con nombres y apellidos: Andrea Rossi y Charlotte Rampling.

Andrea Rossi es el niño protagonista, un chico discapacitado al que es difícil contemplar durante casi dos horas sin emocionarse. No sé hasta qué punto interpreta un personaje o hace de sí mismo pero en cualquier caso no estoy alabando sus dotes como actor sino su capacidad de superación personal. No lo puedo remediar, las historias de gente que lo tienen mucho más difícil que los demás pero que se caen y se levantan mil veces con todo su dolor a cuestas me tocan hasta la médula.

La segunda razón se llama Charlotte Rampling, que interpreta a la madre de otra chica aún más discapacitada que Andrea. El suyo es un pequeño gran papel; no está mucho tiempo en pantalla pero el rato que está su mirada, sus gestos, sus movimientos, lo dicen todo. Bueno, y también alguna que otra frase estremecedora, como cuando confiesa abiertamente que a veces, mirando a su hija, piensa “Por qué no te mueres?”

La película está basada en la novela autobiográfica del escritor italiano Giuseppe Pontiggia “Nacido dos veces”, en la que cuenta su experiencia con su hijo discapacitado durante 30 años. Es aquí donde reside el problema de la película, en que intenta abarcar toda la densidad emocional de esos 30 años en una semana. Imposible. No se entiende demasiado bien la intensidad de los sentimientos del padre hacia Andrea, teniendo en cuenta que lo acaba de conocer.

De todas formas Gianni Amelio hace un buen trabajo; cuenta con buena materia prima y con unos actores totalmente entregados, y consigue transmitir la dificultad de esa lucha constante del protagonista contra los elementos: sus esfuerzos por caminar, por comer solo, por levantar las llaves de su casa.

No es una historia divertida, es bastante dura, pero a quien no le importe navegar de vez en cuando por los afilados recovecos del dolor ajeno se la recomiendo encarecidamente. Los depresivos y/o desazonados de la vida ni acercarse. Peligro de muerte.

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