Pero esto qué es lo que es? Una comedia? Un drama? Un pez volador? Un gamusino?
Os cuento. Esto es una tía a la que el marido abandona para fugarse con su secretaria, y de repente a la tía se le cuela un vecino en su casa, no se sabe muy bien ni cómo ni por qué, y allí se le plantifica a comer, a dormir y a hacer guarreridas. A todo esto la tía supuestamente es alcohólica, y efectivamente se pasa la vida con una copa de vodka en la mano, se levanta con ella y se acuesta con ella, pero curiosamente no la veréis en ningún momento dar un leve traspié, ni enturbiársele la mirada, ni tambalearse un ápice ni balbucear lo más mínimo, vamos, ninguna de las manifestaciones propias de la ebriedad que todos alguna que otra vez hemos podido padecer. Ella con su copa para arriba y para abajo todo el día, venga a beber y venga a beber, pero eso sí, más derecha que una vela, hablando con total corrección e impecablemente peinada y maquillada. No he visto mayor aguante con la bebida en todos los días de mi vida, la verdad.
El problema de esta película del chapucero director Mike Binder es que no se sabe muy bien si es chicha, si es limoná o qué cosa puede ser. Risa da poca, hastío da bastante, a ratos un poco de pena y casi todo el tiempo sensación de estar perdiendo el idem. Y bueno, también un poco de vergüenza ajena, porque los actores se ve que hacen lo que pueden pero ni el guión les acompaña ni la indefinición de sus personajes les da para mayores alegrías interpretativas.
Como frikicuriosidad, decir que sale Kevin Costner panzudo y medio calvete, bastante asquerosito y en un papel tan insulso y deslavazado como el resto, por no decir directamente patético.
Os cuento. Esto es una tía a la que el marido abandona para fugarse con su secretaria, y de repente a la tía se le cuela un vecino en su casa, no se sabe muy bien ni cómo ni por qué, y allí se le plantifica a comer, a dormir y a hacer guarreridas. A todo esto la tía supuestamente es alcohólica, y efectivamente se pasa la vida con una copa de vodka en la mano, se levanta con ella y se acuesta con ella, pero curiosamente no la veréis en ningún momento dar un leve traspié, ni enturbiársele la mirada, ni tambalearse un ápice ni balbucear lo más mínimo, vamos, ninguna de las manifestaciones propias de la ebriedad que todos alguna que otra vez hemos podido padecer. Ella con su copa para arriba y para abajo todo el día, venga a beber y venga a beber, pero eso sí, más derecha que una vela, hablando con total corrección e impecablemente peinada y maquillada. No he visto mayor aguante con la bebida en todos los días de mi vida, la verdad.
El problema de esta película del chapucero director Mike Binder es que no se sabe muy bien si es chicha, si es limoná o qué cosa puede ser. Risa da poca, hastío da bastante, a ratos un poco de pena y casi todo el tiempo sensación de estar perdiendo el idem. Y bueno, también un poco de vergüenza ajena, porque los actores se ve que hacen lo que pueden pero ni el guión les acompaña ni la indefinición de sus personajes les da para mayores alegrías interpretativas.
Como frikicuriosidad, decir que sale Kevin Costner panzudo y medio calvete, bastante asquerosito y en un papel tan insulso y deslavazado como el resto, por no decir directamente patético.
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