Colin Clark, bisoño ayudante de dirección de Laurence Olivier en el rodaje de “El príncipe y la corista”, mantuvo una fugaz relación amistoso-erótico-festiva con Marilyn Monroe, y el muchacho, que sería pipiolo pero bastante espabilado, decidió sacar provecho del asunto y escribir un libro sobre su experiencia que, supongo, le ha debido de reportar sustanciosos beneficios. El chaval estuvo listo y pensaría: “antes de que se me adelante otro pringao con el que ésta se haya pegado un par de restregones y morreos, allá voy yo a contar la historia”.
Luego vino Simon Curtis y dijo “Aquí hay tomate, morbo y chismorreo del bueno. Antes de que otro se me adelante, allá voy yo a hacer la peli”.
La historia de Clark viene a reafirmarme en lo que siempre he pensado de Marilyn. Una tía petarda, caprichosa, desequilibrada, mentalmente débil, un coñazo para trabajar con ella y más coñazo aún para vivir, una diva que necesitaba al menos 50 personas a su alrededor todo el día pendientes de ella y de sus más nimios deseos… En definitiva, una pesadilla de mujer, eso sí, con dos tetas y un culo muy bien puestos, y con una expresión permanente de comepollas que la hizo pasar a la posteridad como lo que fue, un mito erótico para alimentar las fantasías de pajilleros de todas las edades, razas y condición social.
Marilyn, que dios la tenga en su gloria, además de responder con exactitud al tópico de rubia explosiva y tonta, era un auténtico tostón de mujer. A pesar de pasarse la vida penduleando con el culo y tirando besitos por aquí y por allá, la tía iba dando la paliza a todo el mundo para que la tomaran en serio y no la vieran como objeto sexual: “Aysssss, es que sólo ven mi cuerrrrpo! A nadie le interesa mi interiooooor, buaaaaa!” Sólo le faltaba añadir: "por qué seráaaaaa?"
En fin, Michelle Williams fue nominada al Oscar por su interpretación de la desquiciada estrella. Y probablemente lo habría ganado si no hubiese tenido la mala suerte de coincidir con Meryl Streep y su “Dama de hierro”. Una verdadera putada, porque la verdad es que la muchacha se lo curra y hace de pastillera perjudicada de la vida bastante bien. Sin embargo a mí el que me ha encantado es Kenneth Branagh, que interpreta a Sir Laurence con sobriedad, buen gusto y contención. Y no sé si es porque me da muchísima pena el pobre Olivier, que tuvo que soportar un rodaje infernal con Monroe, o porque realmente Branagh es muy bueno, pero sin duda ninguna me quedo con él. Williams se la dejo a los pajilleros.
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