lunes, 13 de mayo de 2013

Carreteras secundarias, by Emilio Martínez-Lázaro

Ésta es una historia que carece de un mínimo de credibilidad cinematográfica, que es lo menos que se le puede pedir a una película del género viajero. El catálogo de imposibles y de despropósitos sería largo, pero por resumir:

1. El propio personaje protagonista, que en realidad es Antonio Resines haciendo, una vez más, de él mismo, por supuesto en plan primo, que es lo habitual cuando hace de él mismo.

2. Que de este triste personajillo absolutamente falto de atractivo personal se vayan enamorando locamente por todo el territorio español pedazos de tías como Maribel Verdú cuando era algo más que un saco de huesos y aún tenía tetas, culo y carnes macizorras. Pero vamos, esto ya pasaba en Los Serrano y casi estamos acostumbrados a la increíble suerte con las tías que tiene este hombre.

3. La relación padre-hijo, que supuestamente es la base de la historia. Aquí qué pasa, no se sabe muy bien si el hijo odia al padre o lo quiere o lo desprecia o simplemente le da pena y no lo manda a la mierda por no dejarlo solo.

4. Todos los personajes están desdibujados y las historias paralelas totalmente indefinidas. La del enamoramiento del niño con la chica de la base militar, la de la familia rica de Resines… da la sensación de ir dando tumbos de un lado a otro sin que se sepa muy bien a dónde va ni lo que pretende.

5. Lo mismo ocurre con los lugares de destino de los dos viajeros; en ningún momento se explica por qué van de un lado a otro, por ejemplo por qué dejan la costa y tiran para el interior, donde hay muchas menos posibilidades de hacer negocio. Parece como si se movieran al tuntún, sin motivo ni razón, sólo porque la película se llama “Carreteras secundarias” y hay que justificar el título.

En fin, Emilio Martínez-Lázaro tiene su oficio y eso se nota, pero pocas veces le he visto darle al tajo con un guión más flojo y con menos consistencia. Y en cuanto a los actores yo casi a la única que salvaría es a la Verdú, por muy increíble que pueda parecer su historia de amor con Resines. La pobre se lo curra y hace lo que puede para convencernos de que los bigotes y la calvicie incipiente de don Antonio le provocan hormigueo estomacal y pálpitos en la pepitilla. Maribel, guapa, déjalo; todo esfuerzo interpretativo tiene sus límites.

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