jueves, 23 de mayo de 2013

Pozos de ambición (There will be blood), by Paul Thomas Anderson


Del director de "Magnolia" tenía que ser esta paliza mental. Paul Thomas Anderson vuelve a hacer de las suyas y nos "regala" este pedazo de ladrillo de importante descomunalidad sólo apto para fans incondicionales del director o del oro negro.

Larguiiiiiiiiisima, interminaaaaable. 160 minutos que se hacen 160.000. Bueno, en realidad a mí se me hicieron 160.000 a pesar de que no llegué a la hora y media. Me quedé justamente en la primera tanda de hostias de Daniel Day-Lewis al predicador interpretado por Paul Dano, aunque luego he leído que siguen otras cuantas más igual de absurdas y sin sentido.

Daniel Day-Lewis se llevó un merecidísimo Oscar por su interpretación, y digo merecidísimo porque el personaje está hecho a su medida para total lucimiento del actor. Un papel potente, un personaje malvado, cabrón, odioso... Un caramelito que Lewis devora con fruición y con su habitual oficio.

Coincido con algunas críticas en que todo lo que se ve aquí suena a conocido, a visto y más que visto unas mil veces: el predicador tarado, el rico empresario del petróleo, los pozos ardiendo, las caras renegridas, el oro negro manando... Perdona pero esto ya me lo contaron en "Gigante", también a lo grande y pasándose siete pueblos en el metraje, pero en mucho más entretenido.

Paul Dano intenta ser el contrapunto de Lewis pero ni se entiende qué pinta su personaje ni como actor le llega a la altura del tobillo. Los duelos a muerte que se montan resultan francamente incomprensibles. Por qué se pegan estos dos.  Qué pinta un predicador vociferante y medio pirado en esta historia..En fin, supongo que la "moraleja" es que la ambición es muy mala y destruye al hombre. Dos horas y media para contarnos eso. Pues vale, pero con tanto despotricar de la ambición igual Anderson se ha pasado de ambicioso. Que se lo haga mirar.

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