sábado, 4 de mayo de 2013

Cuentos de Tokio, by Yasujiro Ozu

Considerada por los "sabios" una de las tres mejores películas de la historia del cine, sinceramente no me lo puedo explicar. Y eso que hasta ahora todo lo que había visto de este director me había gustado muchísimo, pero en honor a la verdad ésta me parece la peor de sus películas con diferencia.

Pesada hasta decir basta, la lentitud extrema del cine nipón llega aquí a sus más exasperantes cotas. Por no hablar de la duración, madre mía, 140 minutos! Claro, le da tiempo a repetirse y a repetir los conceptos hasta la saciedad.

Aquí el concepto base es el siguiente: los hijos son egoístas y no devuelven a los padres todo lo que éstos han hecho por ellos. Yo es que de esta premisa me bajo pero ya. Y mucho más si lo que haces para demostrarme tu tesis es enfrentar a tus ocupadísimos hijos con una nuera viuda eternamente sonriente que se dedica en cuerpo y alma a sus queridos suegros: reconfortantes masajes de espalda, regalitos espontáneos, días libres en el trabajo para acompañar de paseo a los abuelos, plena disponibilidad, plena amabilidad... Mary Poppins en nuera, vamos.

El contrapunto son los hijos, que reciben a sus ancianos padres unos cuantos días en Tokio y que realmente no saben qué hacer para compaginar sus trabajos y demás obligaciones con la visita. Y el colmo de la maldad es que como no pueden dedicarles más tiempo les regalan unas vacaciones en un balneario con todos los gastos pagados. Qué hijos más horrorosos, virgensanta! Son para mandarlos por lo menos a "Hermano Mayor".

Vale; los hijos no son tan idealesdelamuerrrrrte como la nuera Mary Poppins (a la que, por cierto,  a ratos dan ganas de soltarle un par de hostias para que deje de sonreir estúpidamente) pero no paran de hacerles reverencias a los padres, les reciben con agrado, intentan ocuparse de ellos todo el tiempo que pueden, se preocupan por si se aburren o lo pasan bien, les preguntan constantemente qué quieren hacer y qué no... aunque por supuesto con la dulce y eficiente Mary Poppins es imposible competir.

Me parece una película cantidad de injusta y el mensaje sí que no puede ser más egoísta. Por lo visto Ozu rodó esta historia rondando los 50 años, que en sus tiempos era casi como ahora los 80, y al parecer lo que quería era que sus hijos fueran como la nuera perfecta que retrata en la cinta. En plan indirecta, vamos.

No sé muy bien si pretendía hacerles un reproche, darles un aviso, o una muestra de lo que esperaba de ellos poniendo en el personaje de Miss Poppins todas sus esperanzas de futuro. En cualquier caso me parece sinceramente asqueroso.

Y lo peor es que parece que el intento coló y los gafapastas japofílicos de medio mundo están convencidos de que los hijos japoneses son unos auténticos cabrones mientras que las nueras viudas son unos angelitos. Igual hasta el tipo estaba secretamente enamorado de alguna nuera, vete tú a saber estos directores las perversiones que se gastan.

En fin, la verdad es que una vez que te has familiarizado con el cine de Ozu, con su peculiar mezcla estética entre lo oriental y lo occidental, con sus obsesiones (la guerra, la familia, las diferencias generacionales, el alcohol,...), con lo más llamativo de la cultura japonesa, con la nula expresividad de sus actores, con sus diálogos monocordes..., una vez que todo eso ya te suena y no te llama la atención, si te metes un chute de 140 minutos puede ser letal.  De hecho para mí lo ha sido, aunque los incombustibles fans de este señor me quieran asesinar.

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