lunes, 20 de mayo de 2013

Monster's Ball, by Marc Foster


Uy uy uy, aquí tenemos un película tramposilla donde las haya, además de bastante irregular en su desarrollo.Me explico. Tenemos a un racistademierda por nacimiento y convicción, un tipo que lo más bonito que le dice a un negro cuando llama a la puerta de su casa es: "sal inmediatamente de mi propiedad o te pego un tiro en el culo"... Y este señor de profundas convicciones raciales de repente va y conoce a Halle Berry, ni más ni menos ni menos ni más, y mira tú por dónde... se le quita el racismo de sopetón. Hombreeeeeee, no vaaaaale!!!! Halle Berry hace antirracista a cualquiera, por favoooorrr! Tiene algún mérito dejar de ser racista para poder tirarse a Berry? Redimirse del racismo con Berry es redención ni es nada?

A todo esto, el personaje de Berry lleva once años yendo a la prisión a visitar a su marido condenado a muerte y en todos esos años nunca jamás se había cruzado con caradepalo Thornton. Once años!!!!!! Es para conocerse a todos los funcionarios de prisiones casi como si los hubieras parido, no? Y lo más curioso, Thornton tampoco ha visto en su vida a Berry en esos once años, siendo él el celador habitual de su marido!!!!!! Oye, que no estamos hablando de cualquier tía, que hablamos de cruzarse con Halle Berry y no verla!!!!!  Por favoooooorrrr!

Y luego está Billy Bob Thornton, que como de costumbre no mueve un músculo de la cara ni cuando está enterrando a su hijo ni cuando se está follando a Berry ni cuando se está corriendo ni cuando está matando a un condenado ni cuando le está echando gasolina al coche... Exactamente la misma expresión facial en toda la película, ni un sólo movimiento. Nada. Sabe alguien si ese hombre tiene algún tipo de parálisis muscular? Porque oye, a ver si estoy yo aquí poniéndolo a parir y es que el pobre tiene una enfermedad. .

En fin, la película tiene dos partes claramente diferenciadas, la primera visible y pasable, la segunda directamente coñazo e infumable. Aparte de las trampillas que muy ladinamente nos cuela Marc Foster, la primera parte está bastante bien: la milla verde, la silla eléctrica, los últimos días de un condenado a muerte, el funcionario de prisiones cabronazo, el chico sensible que vomita cuando tiene que enchufar la silla, la señora del condenado, el hijo obeso comiendo chocolatinas a destajo... Vale, esa parte mola. Pero luego ya se conocen Berry y Thornton, echan su polvo correspondiente (muy bien echado, hay que reconocerlo) y a partir de ahí... la vida es bella. Ya ni se acuerdan de marido, de hijos, de perros ni de gatos. Alguien me podría explicar qué interés tiene a partir de entonces la historia? O sea, una hora entera de cinta viendo a estos dos follar, salir de paseo y hacerse regalitos.

Bueno, sí, Foster mete un conflictillo final  más forzado que una sonrisa de Thornton. Yo creo que por darle algo de vidilla a una historia que ya está chapada y amortizada desde el minuto 40. De repente esa maravillosa redención pasa un leve momento de peligro, pero nada, no os asustéis. El director resuelve con desparpajo y aquí no ha pasado nada. Y a seguir redimiéndonos mientras retozamos, que son dos días y uno ya se ha pasado..

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