lunes, 12 de marzo de 2012

Lágrimas negras, by Ricardo Franco y Fernando Bauluz

Ricardo Franco murió antes de terminar de rodar esta película, y la tuvo que terminar su ayudante Fernando Bauluz, al que al parecer, después de esta experiencia no le quedaron ganas de volver a repetir como director, porque aquí empieza y acaba su obra. El resultado es tan irregular y extraño como las propias circunstancias del rodaje.

Voy a hacer esta crítica contestando a mi amiga Valdemar, que por lo visto no se cree nada de esta película. Para empezar no se cree la escena inicial en la que se produce una especie de "violación" por parte de Ariadna Gil al chaval interpretado por Fele Martínez. Bueno, Val, primero hay que tener en cuenta que no es lo mismo que te viole cualquiera a que te viole Ariadna Gil, que eso tiene un nivel. Y si esto no te convence te diré que yo no veo esa escena tanto como una violación porque me da la impresión de que a Fele le pone la tía y la situación desde el principio, vamos, que con sus pelos de loca y su comportamiento más de loca todavía pues al tipo le da morbo. Y el morbo, que es una cosa bastante inexplicable en muchas ocasiones, hace milagros con la circulación sanguínea.

En cuanto al resto de la historia y a la obsesión del chico por el personaje de la piradísima Ariadna, pues mira, yo he visto en la vida real hacer cosas mucho más gilipollescas por una tía.

Esto del amor es tan incomprensible que no me cuesta nada creerme lo que nos cuentan Franco y Bauluz, por no hablar de que la locura es algo muy atrayente para muchísima gente. Los locos pueden tener un nosequé y un sexapil que te cagas, sobre todo si además de locos son guapos y estilosos, como es el caso de Gil.

Yo aquí lo que no me creo ni de lejos es que un tío con el pavo de Fele Martínez en esta película, con ese personaje insustancial y sosito a más no poder, traiga locas a dos tías del tallaje de Elena Anaya y la propia Gil. Eso sí que no entra dentro de unos niveles mínimos de credibilidad. Ahí o bien ha fallado el director de casting o la dirección de actores o es que mismamente el propio Martínez se creía el papel todavía menos que Valdemar.

En definitiva, un resultado raro, que no termina de convencer y unas interpretaciones pelín chuscas. Incluso Ariadna, con los gestos esos rarísimos que hace con los ojos, sobreactúa que da gusto. Esta mujer, que normalmente es bastante comedida y sobria en sus actuaciones, aquí hace un despliegue de muecas que ni Jim Carrey en sus mejores tiempos, oiga. Hombre, ya sé que interpreta a una desequilibrada pero tampoco hay que exagerar, digo yo.

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