martes, 27 de marzo de 2012

Un cuento chino, by Sebastián Borensztein

Vacas que vuelan, chinos que aparecen de la nada y de los que es imposible deshacerse, noticias curiosas guardadas en un álbum, muchas tuercas y tornillos y muy poca conversación... básicamente así podría resumirse esta película de Sebastián Borensztein en la que lo que más destaca sin duda es, una vez más, la presencia del protagonista, Ricardo Darín.

Y más destaca aún si tenemos en cuenta que el co-protagonista es un chino casi  tan expresivo como la momia de Tutankamon. Yo de chinos no sé mucho, y es cierto que la fisonomía oriental me confunde un montón, pero prometo que he visto chinos que sonríen y gesticulan, y lo puedo demostrar. No me explico por qué no han escogido para el papel a un chino de ésos en lugar de poner frente a Darín a este señor cuya faz carece de la menor expresividad, ni para bien ni para mal.

En fin, la historia es curiosa y el guión no es malo. El personaje de Darín, un obsesivo-compulsivo solitario y gruñón, está bastante conseguido. Este tipo de caracteres normalmente provocan bastante comicidad, son muy buenos para hacer reir a cuenta de sus manías, y es fácil que despierten la simpatía del espectador... Como contrapunto, ya digo que el chino acompaña poco; es difícil empatizar con él y con su problema. Tampoco entiendo muy bien el personaje de la vecina paciente, tontorrona y pesadísima enamorada del ferretero. Personalmente me sobra, no le veo la necesidad.

En definitiva, la película divierte, entretiene, cumple con su objetivo, pero de ahí no pasa. Coincido con mi amiga Valdemar en que la relación entre Darín y el chino de tan repetitiva resulta cansina y que el tema, como mucho, da para un corto largo. O bien, le falta algún que otro ingrediente que justifique una mayor duración.

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