jueves, 8 de marzo de 2012

Pequeñas mentiras sin importancia, by Guillaume Canet

Al leer la sinopsis de esta película inmediatamente me entusiasmé, como la gran capulla que soy: una francesada sobre la amistad, guauuuu, no me la pierdo. Y como de costumbre cuando se me hacen los ojos chiribitas con algo, planchazo al canto.

A ver cómo cuento yo esto. Resulta que es una panda de amigos de toda la vida, de incondicionales, vamos; se ven casi todos los días, se van de vacaciones juntos, salen a menudo, etc. Bueno, pues uno de ellos tiene un accidente en el que casi la palma y se queda el chaval muy malito en la UCI. Y qué hacen sus amigos íntimos del alma? Lo primero llorar, llorar muchísimo. Y lo segundo decir que como está en la UCI tampoco pueden hacer nada por él y que mejor se van todos juntos de vacaciones. Qué mejor manera de homenajear al amigo que se debate entre la vida y la muerte. Aviso de que no estoy contando nada que no se vea en los 5 primeros minutos de los interminables 150 que dura el engendro este.

Bueno, pues a partir del gran éxodo, ya del amigo creo que se acuerdan un par de veces o por ahí y el resto del tiempo se dedican a aguantar las gilipolleces de uno de ellos, el que interpreta François Cluzet, que es el que pone la casa, las copas y el condumio, vamos, el paganini, que invita a cambio de que le soporten estoicamente las chorradas que se le ocurren, que no tienen límite. En fin, un planchazo de campeonato porque, aparte de que se pasan la vida bebiendo vino, que eso sí es muy francés y me encanta, ese charme que suele tener el cine gabacho brilla por su ausencia en todo lo demás. Son todos una panda de horteras de tomo y lomo, a cuál más mamarracho y más repelente.

Imposible compararla con películas sobre la amistad de ésas que llegan al alma. "En la ciudad", de Cesc Gay sería para mí, dentro del género, el modelo a seguir: historias auténticas, diálogos ricos, emociones intensas... Este bodrio parece más una especie de parodia de peli de amigos. Hombre, para reirse un rato puede valer, pero poco más. Y es tan insufriblemente larga como un parto sin epidural.

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