Es difícil reunir un reparto tan espectacular como el que se junta en esta película y un director de la fama y el oficio de Soderbergh con un resultado tan mediocre, por no decir espantoso.
La historia va de que hay un virus bastante mortífero e hijoputa que se propaga a velocidades alarmantes y que las autoridades no saben cómo controlar. Os suena, no? Y claro, ya vienen los dilemas éticos y patéticos de siempre: Alarmar a la población o mantener un discreto silencio para que no cunda el pánico? Avisar a familia y amigos para que pongan tierra de por medio o dejar que se enteren cuando el tema salga a la luz, como todo el mundo? Cómo repartir las primeras vacunas? En fin, tan emotiva, original y sorprendente como un pelapatatas.
Eso sí, mola ver a Gwyneth Paltrow sin maquillar, convulsionando y echando espumarajos por la boca al más puro estilo “House”. O a Kate Winslet sudando como una cerda. O a Jude Law de malo malote que aprovecha la coyuntura para hacerse rico.
La peli, como podréis imaginar, no es apta para hipocondríacos. Para el resto sí es apta pero sinceramente, casi tan entretenida como chupar un boli o mirar fijamente las manchas de la pared.
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