domingo, 9 de septiembre de 2012

La deuda, by John Madden

Qué torpes son los del Mossad y qué poquito saben de las cosas de la vida! Mira que meter en un apartamento para llevar a cabo una difícil misión a dos tíos veinteañeros con la testosterona a punto de caramelo junto con un bomboncito de impresionante melena castaña y fantásticos ojazos! Mucho estudiar artes marciales y tiro al blanco y disciplinas varias del mundo del espionaje, pero muy poquita sabiduría vital, señores.

Naturalmente la cosa no puede terminar bien. Que si uno me hace ojitos, que si el otro me roza la manita, que si uno me da un besito furtivo, que si el otro me hace un niño... esto no es serio, hossstia! Pos vaya servicio secreto de mierda!!!!! Y con tanto lío amoroso se dedican estos tíos a cazar nazis? Y consiguen cazar a alguno?

Luego, claro,  así les salen las misiones, como el culo. Pero tranquis, que ellos se inventan un rollo, cuentan que todo salió estupendamente y se pasan los siguientes 30 años dando conferencias sobre la hazaña a jóvenes aspirantes a mossadianos.  Pero eso sí, con unos remordimientos del cagarse, que no les dejan vivir en paz. Porque un agente del Mossad puede hacer de todo y estar preparado para todo, tortura, supervivencia en condiciones extremas, secuestro, asesinato... pero mentir ellos????? Ni muertos! La mentira es moralmente incompatible con la pertenencia al servicio secreto israelí. Por si alguno había pensado opositar pero es pelín embusterillo, que se lo quite de la cabeza. Mentira y Mossad son dos términos contrapuestos e irreconciliables.

En fin, menos mal que la presencia de la tremendísima Helen Mirren salva un poquillo el despropósito. No me explico cómo coño la pudieron convencer para aceptar un papel tan chusco pero el caso es que la tía consigue hasta que a ratos hagamos de tripas corazón y nos lo creamos. Es, sin duda, lo mejor de la película. El resto... es ideal para torturar al enemigo. Por supuesto, siempre sin mentir, que está muy feo.

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