Para mí “Mar adentro” siempre ha sido una película notable. Conmovedora, interesante, con un tema polémico pero tratado con respeto y delicadeza... En fin, nunca la hubiera tachado de obra maestra, pero sí como bastante bien hecha y muy recomendable.
Lo que pasa es que me he metido a leer algunas críticas antes de hacer yo la mía y de repente me han dado unas ganas locas de elevarla a la categoría de obra de culto, tal es el dechado de barbaridades y despropósitos que he podido leer por parte del facherío más recalcitrante y casposo que pasearse pueda por la Internet.
De pronto he pensado que si Amenábar con su película quería denunciar una situación y reivindicar un derecho lo había conseguido con creces, a juzgar por la pupa que ha hecho entre la caverna patria. Por supuesto ni hablar de la interpretación de Bardem, que como todo el mundo sabe, es el actor-fetiche por antonomasia de la derecha española, el paradigma de la ceja, de las subvenciones, de los titiriteros y los estómagos agradecidos, etc etc. Y si hay algo que no soportan es que encima sea un tío reconocido internacionalmente con premios para parar siete trenes. Lo de Bardem es equiparable a la fobia contra Almodóvar pero en versión interpretativa.
En fin, que de un merecido 8 he saltado a un reivindicativo 10, y no le pongo más nota porque no se puede. Lo que sí aprovecho es para agradecer a Amenábar su sensibilidad en el tratamiento del tema y su compromiso personal con la causa de Ramón Sampedro.
Y a los fachas que lo han puesto a parir durante todos estos años recordarles que hasta un señor tan poco sospechososo de progre, de gay o de peligroso filocomunista como Clint Eastwood hizo su correspondiente alegato a favor de la eutanasia y el derecho a una muerte digna en “Million Dollar Baby” sin que nadie pusiera el grito en el cielo ni clamara venganza y justicia divina.
Cutres, casposos, fachas y retrógrados de distinto pelaje, esta crítica va por vosotros.
Lo que pasa es que me he metido a leer algunas críticas antes de hacer yo la mía y de repente me han dado unas ganas locas de elevarla a la categoría de obra de culto, tal es el dechado de barbaridades y despropósitos que he podido leer por parte del facherío más recalcitrante y casposo que pasearse pueda por la Internet.
De pronto he pensado que si Amenábar con su película quería denunciar una situación y reivindicar un derecho lo había conseguido con creces, a juzgar por la pupa que ha hecho entre la caverna patria. Por supuesto ni hablar de la interpretación de Bardem, que como todo el mundo sabe, es el actor-fetiche por antonomasia de la derecha española, el paradigma de la ceja, de las subvenciones, de los titiriteros y los estómagos agradecidos, etc etc. Y si hay algo que no soportan es que encima sea un tío reconocido internacionalmente con premios para parar siete trenes. Lo de Bardem es equiparable a la fobia contra Almodóvar pero en versión interpretativa.
En fin, que de un merecido 8 he saltado a un reivindicativo 10, y no le pongo más nota porque no se puede. Lo que sí aprovecho es para agradecer a Amenábar su sensibilidad en el tratamiento del tema y su compromiso personal con la causa de Ramón Sampedro.
Y a los fachas que lo han puesto a parir durante todos estos años recordarles que hasta un señor tan poco sospechososo de progre, de gay o de peligroso filocomunista como Clint Eastwood hizo su correspondiente alegato a favor de la eutanasia y el derecho a una muerte digna en “Million Dollar Baby” sin que nadie pusiera el grito en el cielo ni clamara venganza y justicia divina.
Cutres, casposos, fachas y retrógrados de distinto pelaje, esta crítica va por vosotros.
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