viernes, 13 de abril de 2012

El árbol de la vida, by Terrence Malick

Cuando sabes a lo que vas, eso es lo que ya llevas adelantado. Cuando una lee algo tal que  "no es una película adecuada para el gran público, hace falta poseer una gran sensibilidad para captar su belleza poética", ya de entrada se autoincluye sin problemas en el gran público sin sensibilidad para captar bellezas poéticas, y luego ya no se sufre.  Y si no captas la tal belleza ya sabes que es normal porque careces del don de la sensibilidad, así que puedes dormir tranquilamente. No problem.

Y ya con esa tranquilidad puedes hacer una crítica constructiva para ese gran público al que perteneces, que como su propio nombre indica es grande y multitudinario. Ahí va, pues, mi opinión:

Ésta es la historia de un niño con tremendas orejas (típico niño años 50) con un padre maltratador, que sin embargo tiene la cara angelical de Brad Pitt, no sé por qué, habiendo tantísimos actores con cara de malos ya de fábrica. En fin, supongo que será otra licencia poética del director. Vale, pues el niño este habla mucho; de hecho es el único que habla en la película, mientras los demás miran un montón y los pajaritos vuelan en el cielo. Se ve mucho el cielo en esta película, y sí, no dudo de que debe de ser muy poético todo porque en la poesía de toda la vida de dios se ha hablado mucho del cielo, de los pájaros y de todo eso que se toca poco.  Lo intangible, que se llama.

La película le puede gustar un montón a la gente aficionada al teatro alternativo o a la contemplación de naturalezas muertas. También a los perroflautas y a los forofos del cannabis en general. Es más, yo creo que esta historia, aderezada con algo de hierba tiene que ganar muchísimo. Sin aderezos, para el gran público al que pertenezco ya sin ambages, es muy dura de pelar.

Lo bueno que tiene es que si la ves y compartes estas apreciaciones es que perteneces al gran público; ya sabes que perteneces a un colectivo concreto; no estás solo, somos muchos, y si eso no te sirve de consuelo siempre te quedará París.

Y luego tiene otra cosa; es un anticonceptivo ideal. Si por alguna razón te estás planteando tener hijos o alguien te presiona para tenerlos... en fin, si te ves en alguna circunstancia límite que te impulse a la procreación, se quitan bastante las ganas viendo a la familia esta. Puede que no entiendas exactamente lo que les pasa pero se intuye que muy buen rollito no hay. Y de ahí al doble condón va un paso.

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