Es difícil para mí hacer una crítica de esta película, porque la verdad es que tengo una opinión muy dividida. A ver, esto va de una muchacha que pierde a su novio en el frente durante la I Guerra Mundial pero que no se resigna a aceptar la versión oficial y admitir su muerte y continúa buscándolo durante años.
La peli tiene dos partes que se mezclan pero que están muy claramente diferenciadas: una en la que se relata la historia que transcurre en el frente y otra, paralela, que es la búsqueda. Y de ahí mi división. La parte bélica me resulta insoportablemente confusa, cansina, gris, ruidosa y aburrida, como me parece poco más o menos todo el cine de guerra, si cabe un poco más porque aquí la confusión es mucho mayor. Los personajes son todos iguales, los uniformes y la neblina reinante tampoco contribuyen mucho a distinguirlos a unos de otros, y resulta difícil seguir la trama.
Sin embargo me gustó la parte de la búsqueda. Aquí es donde el tandem Jeunet-Tautou se manifiesta en toda su rotundidad creativa, donde las particularidades cinematográficas del director se hacen más patentes y donde podemos encontrar esa magia que ya ha dado antes sus frutos en la colaboración entre el director y la actriz. Y me gustó bastante más que Amelié, que es una peli que nunca ha terminado de convencerme, pese a su evidente originalidad formal y su afortunada apuesta por el realismo fantástico. Pero mientras en Ameliè la trama argumental me parece tontorrona y el personaje no termina de llegarme, aquí, tal vez porque existe un trasfondo dramático importante y una tristeza permanente ligada a ese otro hilo bélico, sí que me convence, y encuentro al personaje de Tautou mucho más intenso y auténtico que el de la flowerpower Ameliè en su mundo de anuncio de compresas.
Y ahí estoy en la duda de si aprobar o no esta historia que por un lado me repele y por el otro me fascina. Esto para los que piensan que soy demasiado radical en mis críticas, para que vean que a veces también sufro el terrible mal de la indecisión. Finalmente me decido por suspenderla, tanto por mi tendencia personal al cate como por la exagerada longitud de la cinta y por la excesiva duración de las partes bélicas, que encima Jeunet nos presenta en un desagradable tono amarillento que a ratos le hace a una sentirse enferma de ictericia. Nada, un cuatro, y a seguir tranquilamente criando fama de estricta gobernanta.
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