Ya tenía yo ganas de catar a los Dardenne, los famosos cosechadores de Palmas de Oro adorados por unos y odiados a muerte por otros. La 2 me dio la oportunidad, bendita televisión pública, mientras dure.
Aviso de que la historia va de una redención, una vez más. Y de que a lo largo de la película no te crees la redención ni de coña. Ves a un capullo integral hacer mil gilipolleces, a cuál más gorda: delinquir, putear a la gente que lo quiere, ser un auténtico hijodeputa, desbarrar a tope y bajar a los infiernos de su propio egoísmo... Y te dices a ti misma: "me cuenten lo que me cuenten los Dardenne estos, no me creo nada; este capullo es un cabrón y no hay más tutía. A mí no me la dan los listillos estos".
Bueno, pues te la dan. Durante toda la película odias a muerte al cabrón del niño, que más que niño es un niñato bastante subnormal. Llegas a los últimos cinco minutos deseando verlo muerto y enterrado por hijoputa, cabronazo y espantajo. Ojalá que lo pille la poli, lo encierre de por vida, en la cárcel lo viole hasta el apuntador y nunca nadie vuelva a verlo andar derecho.
Y llega el último minuto... y lo jode todo. Te dan un bofetón en toda la jeta que te quedas a cuadros, y el niñato de los cojones te deja hecha polvo. Y no te cuento más; si quieres saber por qué vas a tener que tragártela enterita.
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