Llegué a esta película atraída por varios factores: su director, del que me encantó su anterior película, la maravillosa "De latir mi corazón se ha parado"; las críticas (impresionantes; decían algo así como que era "El padrino" a la francesa); las decenas de premios (nada menos que 9 césares!!!); y un fuerte presentimiento de que me iba a encantar.
Bueno, pues confieso desde ya que no terminé de verla. Hablamos de 160 minutos de auténtico y genuino drama carcelario, pero en esta vida todo tiene un límite y esta historia sobrepasa el suyo con creces. La película empieza con mucha fuerza y el protagonista tenía pinta durante los primeros 60 minutos de llegar a apasionarme casi tanto como lo hizo el de "De latir mi corazón...". No cabe duda de que Tahar Rahim, el actor que lo interpreta, es un tipo con carisma y talento y que el papel lo borda, por ahí nada que objetar.
El problema es el guión; pesado, repetitivo, sin garra... No me explico cómo ha podido suscitar tanto aplauso y tanto entusiasmo. El personaje principal es un triste delincuente de poca monta que con el tiempo va ascendiendo en la escala mafiosa carcelaria hasta convertirse en hombre de confianza del capo. Durante todo el rato tienes la sensación de que esto tiene que llevar a alguna parte, a algo gordo, y es posible que eso gordo esté en el final; lo duro es conseguir llegar a ese final. Y yo no pude, con lo cual tengo que decir que esta crítica se refiere únicamente a los primeros 120 minutos.
Una decepción muy grande, porque ya digo que la peli anterior de Audiard me encandiló y me pareció el posible inicio de una gran historia de amor cineasta-fan. Ahora mismo estoy en la duda de si volverlo a intentar con este hombre. Por un lado soy poco propensa a las segundas partes pero por otro el vicio me puede. No sé, estoy muy confusa. De todas formas si me decido a darle otra oportunidad seréis los primeros en enteraros. Palabrita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario