Uffff, otra vez los Coen. Soy incorregible, lo sé, pero es que es ver la palabra Coen y volverme loca a pesar de que una y otra vez termino dándome cabezazos contra el mando. Aunque si soy del todo sincera, esta vez no me atraparon sólo ellos; había otros nombres junto al suyo que, todos unidos en perfecta armonía, constituyen un cebo tan irresistible como magnético. Hablo de Malkovich, de Clooney, de Pitt, y por supuesto, de McDormand. Simplemente a eso no se puede decir que no, o yo por lo menos no puedo.
Debo reconocer que no es de lo peor que he visto de ellos, que ya es algo. Las interpretaciones, sin embargo, son muy irregulares. Pitt hace de capullo cachas masticachicle, que no parece un papel muy complicado, y no da para más. Frances, en cambio, está pletórica de espía amateur; de hecho es el personaje más logrado y atractivo, y toda la trama en torno a sus operaciones estéticas es lo mejor de la película con diferencia. Malkovich y Clooney cumplen y hacen lo que pueden, aunque me temo que no pasarán a la posteridad por estos papeles.
La historia es bastante rollo, vamos, un coñazo hablando mal y pronto. Parodiar el cine de espías es que es complicado porque ya de por sí es un tipo de cine propenso a la autoparodia. De todas formas creo que los Coen se defienden mucho mejor en la comedia que en el dramón o el thriller. Tienen un sentido del humor un tanto sui generis pero tengo que confesar que a ratos me reí bastante. El estilillo ése tan peculiar me ha recordado un poco a "Ladykillers".
Bueno, sí que hay una escena impagable en esta película: Clooney enseñándole a McDormand el invento secreto en el que lleva años trabajando en el sótano de su casa. Momentazo. Jajajaja, menudo invento, a ver si alguien de verdad se pone a ello. Si hay por aquí algún ingeniero o algún ingenioso, fijo que se forraría. Garantizado.
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