viernes, 18 de marzo de 2011

El discurso del rey, by Tom Hooper

Me pregunto si un actor sabe cuando le ofrecen determinado tipo de papeles que le están ofreciendo un Oscar seguro. En este caso Colin Firth no podía tener la menor duda; el papel cumplía con dos bazas fundamentales para ganar el codiciado muñequito: es un personaje real (ya van unos cuantos reyes oscarizados, es una apuesta casi segura) y es un personaje con tara física. Un caramelito, vamos. Cierto es que Firth es un gran actor y lo ha demostrado de sobra a lo largo de su carrera pero creo sinceramente que cualquier intérprete con un poco de técnica y oficio lo hubiera ganado igual con ese papel.

En cuanto a la película para mí no pasa de correcta. No soy capaz de ver esa grandiosa historia que otros dicen haber visto y que también la Academia ha valorado. Es técnicamente perfecta, muy british, con una ambientación maravillosa, pero fría, incluso caricaturesca. Bien es verdad que las monarquías son una caricatura en sí mismas, totalmente grotescas y ridículas. Tal vez por eso las historias personales de sus protagonistas conmueven tan poco. Y es tan difícil hacer ficción con ellas sin caer en su misma ridiculez!

O no es ridículo que cuando el mundo se enfrentaba a la guerra más sangrienta de la historia en la que millones de personas iban a morir, este señor que representaba a una de las más grandes naciones estuviera prácticamente obsesionado con no tartamudear en un discurso? Y bueno, que estuviera él mismo tiene un pase, pero que todo el mundo a su alrededor, Churchill incluído, estuviera igual de preocupado, ahí, aguantando la respiración, con una tensión que no veas... no sé, cuesta tragarse ese sapo. Digo yo que Churchill tenía cosas bastante más importantes por las que aguantar la respiración en aquellos días.

Nosotros, sin ir más lejos, tenemos un rey que tampoco es que hable como los ángeles, y sin embargo nos lee tranquilamente todos los años un discurso de navidad sin que se le vea pestañear ni pasar la menor vergüenza. Todo el mundo hace como que no se da cuenta y ya está. De momento nadie ha dicho aquello de "El emperador está desnudo". Con la realeza la cosa va así. Por muy el imbécil que hagan todos miramos para otro lado, tosemos discretamente para disimular nuestro azoramiento y a otra cosa, mariposa.

Por cierto, tengo una curiosidad: ¿habrá algún rey en el mundo que sepa hablar correctamente? O irá en el cargo hablar como el culo?

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