viernes, 25 de marzo de 2011

Horas de luz, by Manolo Matji

No-me-cre-o-na-da. No dudo que esta película esté basada en un hecho real, pero claro, los hechos reales tienen muchos puntos de vista, y aquí está claro que el punto de vista que prima es el de la pareja protagonista. Y donde ellos ven una gran historia de amor yo sólo veo una serie de calentones por otra parte bastante naturales, porque el tipo es un preso que no se ha acercado a una tía en años y por supuesto cuando una rubia bastante mona y estilosa le empieza a dar masajitos en la espalda con cremita y todo a través de unos barrotes lo menos que puede hacer es pillar una trempada como una casa. La pillaría hasta el más pintado, con que este pollo condenado a más cien años ni te cuento..

La escena de los masajtos, de verdad, clama al cielo. Máxime con la tía toda indignada porque no le dejan darle los masajes relajadamente, solos y sin el funcionario rondando por allí. Hombre, teniendo en cuenta que es un preso que se ha escapado algo así como mil veces atacando por el camino a todo el que se le ha puesto por delante no pretenderás, bonita, que te dejen sobarlo a gusto para que te coja de rehén y amenace con degollarte si no lo dejan salir. Ah, bueno, sí, sí lo pretendes porque estás enamorada de él y los funcionarios de prisiones son unos insensibles y unos bárbaros que no entienden de las cosas del querer.

Miren ustedes, Matji y compañía, yo también creo en la posibilidad de reinserción de las personas y en la redención a través del amor y en todas esas cosas que nos cuenta la película, pero no intenten manipularme tan descaradamente para que lo crea porque a lo mejor hasta dejo de creérmelo. Y no, no me creo que los funcionarios de prisiones, todos o casi todos menos esta muchacha tiernamente enamorada (más salida que el pico una plancha, diría yo), sean unos pedazos de carne con ojos incapaces de sentir ni de pensar ni de comprender. A otro perro con ese hueso, que yo ya estoy muy granaíta para cuentos chinos. Eso sí, las escenas de sexo muy buenas, ideales para un buen calentoncillo a modo de preliminar el sábado sabadete.

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