sábado, 19 de marzo de 2011

Que se mueran los feos, by Nacho G. Velilla

Veamos. Ésta es la bonita historia de un chaval muy feo que se enamora de su cuñada, igualmente fea, y de cómo consigue que ella olvide su fealdad (la de ambos) y se enamore locamente de él. Hasta ahí cuela.

El problema es que fallan muchas cosas. Lo primero los protagonistas: ¿Javier Cámara y Carmen Machi haciendo de feos? Por favor, por favor, Velilla, a ver si hacemos mejor los castings. ;)

Luego falla el concepto de feo en sí mismo. En la película se confunden peligrosamente dos conceptos: fealdad y calvicie indigna. El personaje de Cámara no es ya que sea feo,  es que representa a ese tipo de calvos que se dejan crecer los pelos de un lado de la cabeza para darles la vuelta alrededor del cuero cabelludo (descabellado en este caso) para aparentar que tienen tremendo melenón. Con ese look no hay guapos, es científicamente imposible concebir la belleza en ese contexto capilar. Por lo tanto es más un problema de calvicie mal llevada que de fealdad propiamente dicha. Sin que con esto yo quiera insinuar ni mucho menos que Javier Cámara sea guapo. Dios me libre.

Y luego falla otra cosa; que esto no es un capítulo de Aída. Y éste es el fallo principal de esta película. Porque no está el Luisma, ni Paz, ni Fidel, ni Mauricio, ni la Lore, ni la Macu... Y es que si te pones a hacer cine, pues te pones, pero si te pones a hacer un capítulo de Aída, por lo menos tráete a los personajes, hombre.

Y lo peor de todo es que no sé qué hace Juan Diego metido en esto. No te hace falta, Juan, tienes mucho trabajo. Por qué lo haces? Necesitas dinero? Pues pídelo, hombre, pídelo. Y hacemos una colecta.

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