jueves, 17 de marzo de 2011

En el estanque dorado, by Mark Rydell

Una delicia, sin duda, con dos interpretaciones indiscutiblemente magistrales. Aunque sólo fuera por ver a estos dos monstruos de la pantalla, Fonda y Hepburn, merecería la pena verla. La fotografía también es una maravilla; a quién no le encantaría pasar sus vacaciones en un lugar como el estanque dorado? Lo que sí ocurre es que envejece mal, mucho peor que sus dos protagonistas. Por ejemplo, hay detalles que en su momento no capté pero que hoy resultan pelín patéticos. Por ejemplo, esa Fonda hija metiendo tripita a lo Obregón, haciendo su posado en bikini... No sé, le pega a ese paisaje idílico como a un santo dos pistolas. Y qué decir del novio? No tiene desperdicio. A mí me dice el novio de mi hija algo tal que "Tenemos una relación psicoemocional muy buena" y me parto el culo de la risa. No sé cómo el abuelo Fonda consigue mantener el tipo sin descojonarse. En fin, como muy forzados ambos dos personajes.

Eso sí, el papel del viejo, genial. Su sarcasmo, su finura, su humor negro... Un verdadero caramelito para culminar una brillantísima carrera. Hepburn también está fantástica pero su papel es menos lucido. De todas formas lo dicho, sólo por verlos a los dos actuar merece la pena ver la péli cuarenta veces. Y mirando el estanque casi que dan ganas de hacerse viejo para poderse retirar a un lugar así.

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