sábado, 19 de marzo de 2011

Guante blanco (TV), by Carlos Sedes y otros

Te imaginas a un ladrón de guante blanco sentado tranquilamente en la cocina de su casa charlando con su señora sobre las notas del niño o sobre las duras condiciones de su trabajo? O leyéndoles cuentos a sus hijos. O ayudando a poner la mesa. O simple y llanamente viendo la tele mientras come un plato de macarrones con su familia. Vamos, la cutrevida de un ladrón de guante blanco.

El mismo que un par de horas después de una de estas escenas domésticas puede estar disfrazado de mafioso en un casino para robar limpiamente la caja fuerte, o de intelectual en una sala de la Biblioteca Nacional para robar un libro valiosísimo, o simplemente encerrado con su banda en su guarida planificando algún nuevo golpe magistral y totalmente limpio, sin víctimas, perfecto en su diseño, sin cabos sueltos, todo pensado, todo estratégicamente elaborado.

Pues eso es "Guante blanco". Una idea inteligente y una ejecución sorprendementemente buena que no podía tener otro destino que el fracaso más absoluto y el cubo de la basura. Yo la descrubrí casualmente ahí, en el cubo de la basura, en esa nueva cadena de TVE que sólo emite series de refrito, pero en la que de vez en cuando te encuentras una joyita de éstas, que el gran público rechazó a los dos días y por las sagradas leyes de la audiencia fue condenada a los infiernos.

También la podéis ver por Internet. Está bien, esta serie no podía ser para el gran público; la gente sólo quiere mierda, y esto no es mierda.

Por cierto, estoy locamente enamorada de José Luis García Pérez, aunque es todo un reto acordarme de su nombre. Invito a todo el mundo, en plan reto, a que intente recordarlo diez minutos después de leer esta crítica.

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