jueves, 17 de marzo de 2011

Magnolias de acero, by Herbert Ross

Se trata de una película coral con tintes tragicómicos que cuenta en clave costumbrista la vida de un grupo de amigas en un pueblecito de Louisiana. La historia transcurre en buena parte en la peluquería-salón de belleza de una de ellas, que actúa como escenario principal donde estas mujeres se reúnen, hablan de sus cosas, sacan a relucir sus ilusiones y temores y ven pasar la vida mientras se cortan el pelo o se hacen la manicura. En ese sentido es muy teatral y se deja adivinar bastante su procedencia dramática. Y no sólo por el escenario central sino también por los diálogos, bastante ricos, a través de los cuales se va entretejiendo la acción. Si a algunos les ha parecido lenta es por esto, porque casi toda la trama se desarrolla en torno al diálogo.

El reparto es magnífico, aunque no todas las actrices están ni mucho menos al mismo nivel. Para mí destacan la siempre correcta Sally Field, y por supuesto las geniales Dukakis y MacLaine, esta última en uno de esos papeles tan suyos de señora excéntrica en los que casi se ha especializado y que tan estupendamente borda. Sin embargo la película arrastra un exceso de edulcoramiento que la hace a ratos difícilmente tragable. Es una buena historia y cuenta con un elenco de actrices privilegiado, pero es tal la hiperglucemia que provoca y tan frecuente el recurso a la lágrima fácil que pierde un montón de puntos. Una pena, porque creo que se podía haber hecho algo muy bueno si no se hubiera abusado tanto del almíbar.

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